Esta semana el gobierno de México inauguró la nueva Cineteca Nacional, ubicada en la Cuarta Sección del Bosque de Chapultepec. Es la joya de la corona de un proyecto de recuperación del parque más importante de la CDMX, que termina por unir las cuatro partes del bosque y amalgamar una diversidad de proyectos y espacios culturales para los habitantes de la ciudad.
Pero, ¿cómo se vincula con este nuevo espacio la comunidad centroamericana que vive en México? y ¿cuál es la importancia para las personas centroamericanas de este nuevo sitio cultural emblemático e identitario de la ciudad? Fuimos a conocerlo y hablamos con dos personas con miradas cercanas al cine y a la comunicación y gestión cultural.
Una declaración de intenciones
La Cineteca Nacional se inauguró en 1974 con el objetivo de rescatar, conservar, restaurar, preservar y difundir el cine mexicano y mundial, además de promover la cultura cinematográfica en el país, según información de la propia entidad.
Para el cineasta salvadoreño Julio López, director de La Batalla del Volcán (2018) y Añil (2023) la Cineteca es uno de sus lugares más queridos. Es un punto de referencia al que llegó desde sus años de estudiante universitario en la UNAM, con amigos, citas y, cómo no, un punto de referencia para conseguir películas piratas en el mítico puesto del señor de afuera.
La periodista y gestora cultural guatemalteca Lucía Escobar también la tuvo siempre de referencia, aunque cuando venía a la CDMX de paseo no tenía tiempo para conocerla. Ahora, como residente producto del exilio, ha sido uno de sus lugares seguros, un refugio que le ha expandido el horizonte cultural.
Lucía comenta que esta institución y el nivel de inversión con el que cuenta, “te da una dimensión que le dan los mexicanos a la cultura”. Y agrega que es, sin duda, una parte importante de la identidad mexicana, es motivo de orgullo y un destino turístico y cultural por excelencia.
El cine en el bosque
Antes que nada, hay que ubicarse en el mapa y considerar que la experiencia comienza por el trayecto, que no es cualquier cosa. A la nueva Cineteca de Chapultepec se llega por aire. Esta tercera sede fue inaugurada junto a la línea tres del Cablebús, un servicio de transporte teleférico que circulaba anteriormente en la densamente poblada alcaldía de Iztapalapa.
Se llega desde la estación del metro Constituyentes, de la línea 7 (naranja), cerca de la cual se encuentra el ingreso a la estación Los Pinos del nuevo teleférico. Al igual que el resto del transporte interconectado, a este se accede con la tarjeta de movilidad de la ciudad, que se puede adquirir en las estaciones de Metro o Metrobús. Son, en total, cuatro paradas de un viaje para disfrutar del paisaje natural y urbano.
Lucía cuenta que el paseo es “espectacular”, pues en lugar de ir en el tráfico, “apachurrado” en el metro, corriendo o en el Uber, “por 7 pesos vas al aire libre. Es una belleza. Ves el hipódromo, ves a los caballos corriendo, el cementerio y su división entre los ricos y pobres difuntos; ves el bosque hermoso”.
Julio coincide en ese “hitazo” de que la Cineteca esté vinculada al Cablebús. Además, la importancia de su conexión con las demás secciones del bosque y otros proyectos culturales, como Los Pinos, que era la residencia y oficina presidencial y que ahora es un sitio cultural de acceso público, es todo un hito para la ciudad.
La Cineteca centroamericana
En la Cineteca se ha proyectado cine centroamericano. Y cada vez hay más espacio para su difusión tanto en festivales como con estrenos y semanas especiales. El propio Julio estrenó ahí sus dos películas documentales: La batalla del volcán, en 2018; y Añil, el año pasado.
Además, Julio describe que en la Cineteca permaneció “muchísimas semanas” el documental El Silencio del Topo, de Anaïs Taracena, o que se estrenó Roza, de Andrés Rodríguez; y que le fue “muy bien” a La hija de todas las rabias, de Laura Baumeister. “Cada vez en los festivales están buscando a más cineastas centroamericanos, que también, ahora, producen más y mejores obras”, dice.
Pero más allá de la importancia para México y la proyección del cine internacional, tanto Lucía como Julio reconocen que en Centroamérica no hay una institución y organización que se le parezca. Pero en cada visita a la Cineteca, Julio piensa e imagina cómo poder aplicar algo similar en el istmo.
Con la nueva sede de Chapultepec, México cuenta con tres cinetecas. Un hito, sí, pero “no olvidemos que es la Cineteca Nacional y las tres están centralizadas en la Ciudad de México”, advierte Julio. El siguiente paso, considera, es llevarlas al norte, al sur… “porque he escuchado a amigos, distribuidores independientes, decir irónicamente que ya abrieron otra, pero de nuevo en la CDMX”.
Y más allá de la descentralización, Lucía también señala que aún hay un camino por recorrer en relación al respeto a derechos humanos, como los de la comunidad LGBTIQ+. La primera vez que fue, de hecho, la película que estaba viendo fue interrumpida por la irrupción de mujeres trans que manifestaban por la discriminación sufrida por una chica trans, que había sido expulsada del baño de mujeres unos días antes. “Lo que le hace falta a la Cineteca es modernizarse, en ese sentido”, concluye Lucía.
Escrito por: Emiliano Castro Sáenz