Un grupo de emos se manifestó en el Centro Histórico de la CDMX para conmemorar los 17 años de la confrontación contra los punks en la Glorieta de Insurgentes en marzo de 2008.
📷✍🏽 Lucía Escobar
Llegué el sábado pasado al Palacio de Bellas Artes, pasadito el mediodía, con la intención de ver a los emos en vivo. Hay que ser valiente para vestirse de riguroso negro (con algo de morado) en un día tan caluroso y marchar varios kilómetros bajo el intenso sol solo para hacerse visibles, sin una demanda específica o política. Más bien, con algo de nostalgia y sentimiento “emocional” por una generación que un día se identificó con esta estética, vivió momentos épicos, creció y luego se dispersó.
Ese mismo día, en esa misma área y bajo el mismo sol ardiente, se llevaba a cabo una manifestación pro-Palestina y otra para exigir justicia por las 400 víctimas de Teuchitlán, Jalisco. Aún se leían en los monumentos las consignas de la reciente marcha del 8M. Y entre toda esa intensidad de demandas, comenzaron a juntarse los emos.
No soy emo, pero siento simpatía o quizá curiosidad por este movimiento de muchachos tristes y emocionales. De ahí viene su nombre y su estilo: visten colores oscuros y encajes, usan jeans apretados, se ven andróginos, llevan el fleco cubriendo el rostro, pulseras con calaveras y mucho delineador negro. Estuvieron de moda a principios de los años 2000. La parte peligrosa del movimiento era que algunos se autolesionaban, hablaban de la muerte y escuchaban bandas como Pxndx, Delux, Kudai, MyChemical Romance, Allison, Falling in Reverse, Paramore o Fall Out Boy.
En sus inicios, los punks, góticos, darks y metaleros de México no estaban de acuerdo con que los emos tomaran lo que consideraban parte de su identidad—como el color negro, los cinchos de púas o las calaveras—para forjar la suya propia. Hace algunos años, incluso, estaban dispuestos a llegar a los golpes para defender su estilo.







Surrealismo en la Glorieta de los Insurgentes
La marcha de este sábado fue convocada para conmemorar un momento clave en la historia de las tribus urbanas y la tolerancia en la Ciudad de México, cuando aún se llamaba Distrito Federal. Ocurrió en 2008, cuando un enfrentamiento entre emos y punks terminó de forma insólita: un grupo de Hare Krishna llegó a la Glorieta de los Insurgentes cantando y bailando, desactivando la tensión. Este episodio quedó grabado en la historia surrealista de la capital mexicana y puede verse en YouTube. También hay un episodio de Radio Ambulante llamado Emos vs Punks, que recrea este momento chilango.
Los adolescentes de aquella marcha hoy duplican su edad. Muchos asistieron para conmemorar ese 15 de marzo en que punks y emos se tiraron basura e insultos. Ahora, unos quinientos emos—mezclados con otras tribus urbanas—marcharon desde Bellas Artes por Eje Central y Avenida Chapultepec hasta la Glorieta de los Insurgentes, donde recrearon la mítica pelea de hace 17 años (se tiraron basura nuevamente).
Durante el encuentro, hubo incluso una pedida de mano, con su correspondiente “acepto”, aplausos y beso.
Algunos llevaban carteles con frases como: “Esta no es una fase, es mi verdadero yo”, “Soy emo, ¿y qué?” o escritos con su particular estilo: “Cy zoy Emo, no un fenómeno mi un pendejo i cy no kres eso tu puébez irr al Infiernno”
Durante la marcha, hubo pocas consignas, como «Soy Emo, ¿y qué?» pero en algunos momentos cantaban como una gran tribu. Se veían jóvenes acompañados por sus papás, y papás acompañados por sus hijxs. También familias diversas: papá rockero, mamá gótica e hijos emos. Todos pertenecientes a la gran familia darks. Muchas sombrillas negras y de HelloKitty, referencias a historietas japonesas y cosplay. Algunos usaban nombres como Emarlen o Emosaurio. Aprendí que el flequillo sobre el rostro es para taparse el “ojo sagrado”.
Pero ¿siguen siendo los emos tristes? No lo parecen. Según escuché, la melancolía y la vulnerabilidad han quedado atrás. Hoy, los emos también se enorgullecen de su historia, aunque se mezclan con otras tribus urbanas, como las que pueden verse los domingos en el Tianguis Cultural del Chopo. Skaters, rockeros, metaleros, cumbieros o cholos: todos forman parte de la diversidad que enriquece la ciudad con sus gustos e historias.
Revive el mítico reportaje del enfrentamiento en la Glorieta de Insurgentes de 2008: