El Instituto de Prensa y Libertad de Expresión en Costa Rica presentó un informe sobre los desafíos que enfrentan las periodistas centroamericanas en el exilio, las causas de su desplazamiento y sus nuevas perspectivas de vida.
✍🏽 Emiliano Castro Sáenz
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Cientos de periodistas de Centroamérica están en el exilio en la actualidad. Han tenido que salir de sus países debido al hostigamiento, persecución, amenazas y criminalización por su labor de informar. Gobiernos, fiscalías, fuerzas armadas, crimen organizado; la presión se viste con diferente uniforme, pero se agrava cuando el objetivo es hacia las mujeres periodistas.
Solo en las últimas semanas, al menos 40 periodistas salvadoreños han abandonado el país debido a amenazas, intimidaciones y restricciones arbitrarias hacia medios de comunicación, que incluyen declaraciones dirigidas del propio presidente, Nayib Bukele, de acuerdo con la Asociación de Periodistas de El Salvador.
DW Akademie y la Casa Para el Periodismo Libre, del Instituto de Prensa y LIbertad de Expresión en Costa Rica (Iplex), publicaron la semana pasada el estudio La mochila invisible: desafíos y resiliencias de periodista centroamericanas en exilio, en el que analiza casos de periodistas exiliadas de Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras.
Explora 12 casos, mediante sus testimonios protegidos y contexto, que revelan cómo el género es un factor de peso a la hora de ser blanco de ataques y de las implicaciones familiares, maternales, de salud y económicas que conlleva el desplazamiento.
Periodistas bajo ataque
El informe detalla que en el istmo, cerca del 83% de periodistas asegura haber recibido violencia, insultos o acoso en redes sociales por su trabajo. Solo en Nicaragua han salido al exilio más 280 periodistas. En Guatemala hay un contexto de persecución sistemática contra la prensa, impulsado por actores estatales y grupos de poder. En El Salvador, de más de 270 agresiones registradas en un período de tres meses, el 40.5% de estas fueron atribuidas al presidente Nayib Bukele. Y en Honduras hay constantes agresiones y campañas que sitúan al país entre las 50 naciones con el peor nivel de libertad de prensa del mundo.
Aunque los ataques y campañas de hostigamiento no discriminan, cuando los objetivos son mujeres, estos toman otro calibre. A las amenazas de muerte, vigilancia e insultos se suma la violencia con carga sexual.
En El Salvador, por ejemplo, hubo una campaña en redes sociales que se articuló en torno al hashtag #malqueridas. “Este término se convirtió en una herramienta de violencia digital con una fuerte carga misógina, usada para desacreditar y atacar a comunicadoras que ejercían una labor crítica frente al poder”, indica el informe.
Una de las periodistas que contó su historia narró cómo les hacían montajes con estas características. “Que nos iban a violar, que los pandilleros nos iban a descuartizar, cosas así. Ataques con carga sexual y sobre nuestra apariencia física o nuestra vida personal. Ese tipo de ataques no se ejecutan contra nuestros colegas hombres […]. La carga de misoginia siempre es bien fuerte. La carga sexual y el tipo de violencia es bien diferente hacia las mujeres”.
El estudio identifica al menos seis patrones de violencia hacia las mujeres periodistas: basada en género digital, sexual, psicológica, física, política y estructural. Y, también, analiza otros seis patrones de obstáculos a los que se enfrentan, como su situación migratoria, la salud física y mental, su situación familiar y roles de género, la situación laboral y la inexistencia o debilidad de redes de apoyo.
Los procesos de regularización, la precariedad económica y la pérdida de espacios para continuar con su labor periodística son algunos de “los principales obstáculos que enfrentan las mujeres periodistas en el exilio”, a lo que se suma “la carga de los roles de género y la gerencia del hogar”, detalla el informe.
El desarraigo
El exilio no siempre va acompañado de una solicitud de refugio o asilo en el país de acogida. Cada caso es distinto, pero el estudio abunda en procesos donde las mujeres periodistas no han querido recurrir a este trámite regularizador por la “esperanza de volver”. Sobre todo, en casos de Guatemala y Honduras.
La solicitud de asilo es una opción compleja, advierte el documento, pues “implica no poder regresar al país de origen en el corto plazo, lo cual puede aumentar las secuelas emocionales del desarraigo. Pero quizás lo más retador es adentrarse en un proceso burocrático que generalmente es engorroso y caro”.
Esto conlleva a varios problemas, pero sobre todo al acceso a la salud, especialmente en cuanto a la atención especializada como ginecología, salud mental y revisiones médicas preventivas.
“Si vos estás en una casa de seguridad y estás tratando de pasar desapercibida, no puedes ir a un hospital a pasar una consulta porque queda un registro y una tiene el temor de que avisen a la policía”, compartió otra periodista exiliada.
Y pese a la tormenta, la esperanza, la adaptación, la resignificación del duelo y la fuerza comunitaria tienen un rol clave identificado en el estudio, que observa un “abanico de estrategias de resiliencia” desarrollados por las periodistas exiliadas, que pasa por “actividades como continuar ejerciendo el periodismo, visibilizar la diáspora en los países de acogida, crear redes de apoyo o desarrollar manuales para navegar mejor por trámites burocráticos”.
El informe concluye que la mayoría de las entrevistadas quieren vencer los obstáculos a los que se enfrentan en los países donde se encuentran. Si bien han identificado discriminación y retos adicionales por ser mujeres, también “reconocen que tienen y pueden aplicar algunas de las herramientas que les otorgó el ejercicio del periodismo para afrontar adversidades, sortear escollos y construir un nuevo lugar de enunciación, como personas y como profesionales”.
El equipo investigador de DW Akademie e Iplex finalmente recomiendan a los países de acogida y a las organizaciones contar con un enfoque interseccional en las políticas de protección, agilizar los procesos migratorios, contar con programas de apoyo financiero a largo plazo y con enfoque de sostenibilidad, fortalecer las redes de apoyo, crear plataformas de denuncia digital, crear un observatorio especializado y desarrollar programas de emprendimiento.
📷: Casa para el Periodismo Libre.
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